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Acerca del Palau

Siempre en busca de inspiración

La combinación de monumentalidad y solemnidad del edificio transmite los valores que la institución quería reflejar a través de la sencillez y de la ausencia de elementos recargados o barrocos. El edificio destaca por sus grandes proporciones, su simetría y la distribución de los elementos decorativos en el cuerpo central de la fachada principal. 

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La historia

El edificio que acogía la Antigua Sociedad del Crédito Mercantil, situado en la calle Ample número 11, fue construido entre 1886 y 1900, bajo la dirección del arquitecto Joan Martorell y Montells. Ajeno a las excentricidades modernistas, Martorell proyectó un edificio neoclásico en el que se intuyen los elementos novecentistas que dominaron Barcelona desde principios del s. XIX, sobre todo en el uso comedido de los elementos ornamentales.

El Mercantil fue absorbido en 1917 por el Banco de Barcelona, en un proceso que duró casi dos años. Ya en 1920 el Banco de Barcelona, el primer banco privado español, quebró provocando enormes pérdidas a accionistas y clientes.

Hacia 1930, el edificio fue adquirido por la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Barcelona y se llevaron a cabo reformas en su interior que no alteraron los elementos más destacados. Afortunadamente, el edificio no tuvo que lamentar daños significativos durante la Guerra Civil (1936-1939), a pesar de encontrarse ubicado en un barrio duramente castigado por la Aviazione Legionaria italiana.

En el año 1901 el inmueble obtuvo el primer premio del Concurso Anual de Edificios Artísticos que concedía el Ayuntamiento de Barcelona que, además de la estética, premiaba la funcionalidad del edificio y la calidad de su construcción, en este caso destacando el trabajo de la piedra.

 

La combinación de monumentalidad y solemnidad del edificio transmite los valores que la institución quería reflejar a través de la sencillez y de la ausencia de elementos recargados o barrocos. El edificio destaca por sus grandes proporciones, su simetría y la distribución de los elementos decorativos en el cuerpo central de la fachada principal. 

 

Ubicado frente a la Plaça de la Mercè, el edificio ofrece unas fantásticas vistas de la Basílica de la Mare de Déu de la Mercè. La estructura en alzado de la casa, de planta rectangular, comprende semisótano, planta baja, dos pisos, ático y azotea.

La fachada del edificio es toda una demostración de arquitectura neoclásica. En ella se observa un gran equilibrio dibujado por cinco aperturas distribuidas de forma uniforme y simétrica al muro. En el cuerpo central, la composición presenta dos alzados de columnas muy diferentes: uno dórico, que arranca de la balconada del piso principal y comprende dos plantas, y otra altura de inspiración jónica desde la cornisa sobre la primera planta, hasta el entablamento que cierra la obra con una gran cornisa superior.

La entrada al edificio está presidida por una cabeza de león, símbolo de fortaleza y protección, omnipresente en toda la arquitectura neoclásica. En la puerta doble de madera de la entrada se pueden ver las iniciales C.O.I. en referencia a la Cámara Oficial de Industria. A la altura del primer piso y en el cuerpo central, están presentes las figuras alegóricas al Comercio y la Industria que refuerzan la función de la Sociedad de Crédito Mercantil. Finalmente, antes de entrar, destaca el excelente trabajo de forja de hierro fundido de la barandilla, de estilo floral, que integra el símbolo del caduceo y las iniciales S.C.M, Sociedad de Crédito Mercantil.

A la altura del primer piso y en el cuerpo central, están presentes las figuras alegóricas al Comercio y la Industria que refuerzan la función de la Sociedad de Crédito Mercantil.

 

Finalmente, antes de entrar, destaca el excelente trabajo de forja de hierro fundido de la barandilla, de estilo floral, que integra el símbolo del caduceo y las iniciales S.C.M, Sociedad de Crédito Mercantil.

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La planta baja

La protagonista de esta planta es sin duda una gran claraboya sostenida desde dos pisos más arriba, que aporta luz natural a todo el espacio, acompañada por una ornamentación formada por columnas dóricas.

 

El acceso principal da paso a un vestíbulo rectangular de ángulos afilados a través del cual se accede al patio central rectangular ya las zonas laterales del edificio. La escalera noble, que da paso a la planta principal, se encuentra retirada a un lado, atenuando así su importancia para concederla al patio. Está hecha con mármol y hierro forjado en la barandilla.

 

En la misma planta encontramos dos escaleras más, una alejada de las vistas de la entrada que conduce al sótano y otra al final de la planta, a la izquierda, que comunica con la calle Còdols y las plantas superiores, que en la época empleaba el servicio.

La vidriera de la claraboya

El elemento central de la composición es una especie de rueda de carro azul. Se trata de una vidriera serena, sin pretensiones abstractas que permanece en armonía con el resto de los elementos del edificio, diseñada para dar servicio a las necesidades de la entidad que albergaba.

En su composición podemos vislumbrar elementos novecentistas: líneas rectas y el orden en oposición a las curvas y el caos propio del modernismo.

Siguiendo el cañón finisecular que imperaba en el momento, en el ámbito creativo se dio prioridad a la luz, rechazando el abuso de dibujos y buscando el equilibrio entre el orden del mosaico y los motivos florales.

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La planta principal

Siguiendo la costumbre del momento, la planta principal era la más importante. Es aquí donde se hallaban las dependencias más destacadas y la única de ellas con acceso al balcón. Originalmente, era la única planta a la que llegaba la escalera noble, aunque más adelante, se hizo una extensión para unir el resto de los pisos.

 

Los espacios de la planta principal están distribuidos alrededor del patio de luces, gracias a la sucesión de grandes ventanales dobles. Este rasgo, propio de las corrientes higienistas, es habitual en palacios de Barcelona del siglo XIX y no sólo aporta luz natural, sino también majestuosidad.

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