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A través de una selección de más de 200 obras, el fantástico mundo flotante del ukiyo-e aterriza en el Palau Martorell, un verdadero viaje para descubrir la atmósfera elegante y refinada del país nipón.

 

Además de estar presentes los artistas japoneses más prestigiosos de la época, la exposición ofrece un panorama completo sobre la vida japonesa del siglo XIX a través de la exhibición de armaduras de samuráis, kimonos, objetos y fotografías.

 

El recorrido desarrollado a través de siete secciones serpentea entre el persuasivo mundo femenino de las geishas y la leyenda de los fieles guerreros samuráis. El mundo cultural queda inmortalizado en los retratos de actores y en las escenas del teatro nō y kabuki, y el mundo de la naturaleza se idealiza mediante la pintura de flores, pájaros y paisajes.

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Ukiyo-e

Los ukiyo-e son técnicamente xilografías, un procedimiento de impresión en relieve, de origen chino, que se remonta al periodo Han (206 a.C. - 220 d.C.). Es probable que se introdujera en Japón en torno al siglo VII d. C.  A diferencia de Occidente, donde el grabado suele ser fruto de un artista individual, las xilografías japonesas se caracterizan por el trabajo coordinado de varias personas. Esta tipología editorial contribuyó a su difusión.

 

El artista, una vez preparado el dibujo (shita-e) en una fina hoja de papel, lo entregaba al grabador, quien lo encolaba del revés sobre un tablero de madera y reproducía sus líneas dejando en relieve las partes para estampar. Así se creaba una primera matriz de impresión (hanshishi). Después, el impresor procedía a sacar una tirada, solo en negro, de una quincena de ejemplares (kyōgōzuri), sobre los que el artista intervenía dando las indicaciones para los colores, uno por folio.

 

Tras las anotaciones del artista, el grabador tallaba tantas matrices como colores se preveían. Seguidamente, estampaba la plancha guía con los contornos del dibujo, luego, progresivamente los distintos colores a partir de aquellos que requerían una mayor precisión y ocupaban espacios pequeños.

 

El entintado se hacía mediante un baren compuesto por discos de papel compactados y el registro de impresión se proporcionaba únicamente mediante una marca L, kento, colocada en la parte inferior derecha y una línea arriba a la izquierda. Cada día era posible imprimir unas doscientas copias con este sistema.

 

Las ukiyo-e se difundieron, en el ámbito de la cultura del periodo Edo (1603-1868), primero en versión sumi, solo en negro; luego a principios del siglo XVIII como estampas sumi coloreadas a mano, primero en rojo y naranja y luego en verde, amarillo y rosa. Finalmente, hacia mediados del siglo XVIII, como nishiki-e, literalmente ‘estampas brocado’, totalmente en color.

 

Cuando una obra era un éxito de ventas se reeditaba. Al final del periodo Meiji, las copias de las obras más populares de los maestros del pasado fueron reproducidas por otros artistas, utilizando las mismas técnicas y conservando sus atmósferas originales. Posteriormente, con la apertura al mercado exterior, estos ejemplares, reproducidos en masa, perdieron su encanto, resultaban fríos y estáticos.

 

Es interesante subrayar que los grabados de ukiyo-e también se utilizaron para embellecer objetos cotidianos, como abanicos, tapetes, juegos para niños y demás enseres, algo que pone de manifiesto la popularidad de este arte.

Ocho secciones

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