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ÈXODE

La existencia de Marc Chagall estuvo marcada por la guerra y el desarraigo. El artista representó el éxodo bíblico como una alegoría de la persecución a la que se vieron sometidos los judíos con la invasión nazi durante la Segunda Guerra Mundial; amenaza que obligó al artista a huir de París a un exilio forzado en los Estados Unidos.

 

Chagall, a través de veinticuatro escenas y de una manera muy personal, interpretó la gesta del pueblo judío, que, con la ayuda de su Dios, y guiado por Moisés, escapó de la esclavitud a la que estaba sometido en Egipto, para llegar finalmente a la Tierra Prometida.

 

Libres de la opresión se convirtieron en un grupo con identidad, libre, y que se regía por sus propias leyes, expresadas en los Diez Mandamientos revelados por Yahvé al profeta, en las tablas que le entrega en el Monte Sinaí.

 

Un buen número de los aguafuertes de esta serie, reproducen o están directamente inspirados en los gouaches que Chagall realizó sobre el Éxodo en 1931. El texto bíblico siempre había atraído al pintor, pues le conectaba con sus raíces más profundas, con su esencia, con su infancia en la comunidad judía de Vitebsk, con su sentimiento de amor y fraternidad y, al mismo tiempo, con su sensación de destierro. En esta serie de litografías, Chagall se manifestó una vez más como un maestro de la composición y del color.

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